martes, 4 de septiembre de 2012

K42 2012


5:30 a.m. y suena la alarma. Me levanto más por  ansias que por ganas y chequeo que tengo todo listo para la carrera. Un café rápido y listo para partir. Las 7 de la mañana en la famosa Laguna Aculeo y  ya hay cierta onda pre-competencia. Las 8, me cambio de ropa, me preocupo de los detalles y me conecto a mi iPod (mi clásico ritual de concentración previo) para ponerme a calentar la máquina.  8:30 en punto y partimos.

Como era de esperarse la carrera partió rápida, muy rápida. Me habían comentado que serían cerca de 5 kms de camino ancho y de pendiente suave que de seguro harían a los de avanzada marcar una diferencia. Ya que no me encajone de los primeros, partí a fondo para tratar de engancharme con los que partieron adelante. Aquí anduve un rato con Daniel (que hizo tremenda carrera) y sin darme cuenta, habíamos llegado al primer abastecimiento (KM 5).

 A partir de acá el camino comenzaba a tomar más elevación y empezaba a mostrar su lado más técnico. Con trechos donde se podía correr a ratos y otros donde era mejor guardar algo de piernas, llegue al KM10 todavía sintiéndome de buen ánimo y maravillado por la ruta. Un poco más delante de este punto estaba el retorno para los que competían en los 21 y me cruce con los 3 primeros que iban a penas, un poco más adelante mío. Ahí me di cuenta que quizás había estado  avanzando demasiado rápido siendo que aun quedaba lo peor de la subida, lo que definitvamenente me hizo calmarme un poco. Por otra parte, acá cometí mi primer gran error del día. Creí que llegaba al KM15 con media botella de agua (QUE IMBECIL!) y no la rellene cuando pude. 

Obviamente al kms 12-13 ya no tenía agua y me encontraba subiendo leeeentamente por una subida hermosamente difícil y con una solazo que ya se manifestaba. Llegando al 15 mi cabeza ya había comenzado a pasarme la cuenta y manifestaba el primer síntoma de deshidratación. El tramo hasta el KM 15 fue realmente lindo; mucha piedra, mucha pendiente, unos zigzag tremendos y un par de cruzadas de agua que le ponían chispa a la cosa. Pasando el KM15 ya nos encontrábamos cercanos a los 2.000 m.s.n.m y empezábamos a llegar a  una gran explanada que se veía bastante –falsamente- “corrible”. Entre nieve derretida, barro, piedras y un camino poco definido, llegamos al KM 20 donde nos mandaban en busca de una banderita chilena para comenzar lo que sería el ansiado retorno.

Hasta este punto, me parece haber comenzado la “bajada” en el lugar 8 o 9. Mi  estomago y cabeza  ya no estaba colaborando del todo, pero aun tenía ganas de apretar un poco. Cruzándome con los que iban subiendo, me brindaban –y les brindaba- ánimo para lo que aun quedaba. Pasando por el abastecimiento del KM25 temía haber estado moviéndome muy lento (Marlen Flores venía pisándome los talones) así que prácticamente agarre un vaso y ni me preocupe de llenar mi botella que venía casi vacía  (2do gran error. Nuevamente: IMBECIL). Esta era la parte de la bajada que más prometía por su dureza. Sumado a la gran cantidad de piedras que se desprendían, el calor intenso y la fatiga muscular, los siguientes kilómetros fueron realmente un asco. Acá me empecé a sentir mal, realmente mal. Tuve que parar en varias ocasiones y perdí un par de puestos que a esta altura ya no me importaban. Implorando por agua llegue a un falso plano donde tuve la peor experiencia que he tenido hasta ahora corriendo. Mi visión se fue a negro por segundos, no controlaba mi cuerpo y mi cabeza me bombeaba como si fuera a estallar. Recuerdo a ver sentido que alucinaba por instantes, pero no sé cómo, mi cuerpo se las ingenio para seguir avanzando (arrastrándose?) hasta llegar  al abastecimiento (KM30). El sorbo de agua que ahí tome, fue una experiencia  mágica que creo, nunca olvidare. Mientras mi cuerpo volvía a la vida, empecé a avanzar y afortunadamente la parte más asquerosa de la bajada ya había pasado, por lo que empecé a retomar un trote lastimoso en cuanto  el terreno y la pendiente me lo permitían. Para el KM35 mi espíritu competitivo volvía a manifestarse para obligarme a correr lo último como si me estuvieran persiguiendo (bueno, seguramente no fue muy rápido, de hecho acá me paso la segunda mujer, pero para mí estar corriendo ya era un logro).

Finalmente, crucé la meta en 5h56m en el puesto #15 y creyendo haber aprendido la lección más dura que hasta ahora me hubiese  tocado vivir: NO SER TAN PAJARON y preocuparse de la hidratación. Creo que con el incidente de la deshidratación pude haber perdido entre 10 y 15 minutos que quizás, me hubiesen dejado dentro del top 10, pero ya que importa. Después de todo, el solo hecho de haber podido cruzar la meta, fue un sentimiento de alegría que pocas veces había sentido. Felicitaciones a todos los que se atrevieron ese sábado. Ahora, a seguir dándole. 


Corriendo con Daniel en la parte más plana del recorrido. Foto: Patricio Pinto, trailchile.cl
El español maquina que ganó ! Se paso.
Mi llegada a la meta, no recuerdo mucho este momento ja.
Recibiendo mi medalla de finisher.
EL sufrimiento no se acaba después de cruzar la meta.


Toda la carrera con esta canción en la mente:





3 comentarios:

  1. Secccoooo!!! nada mas que decir.
    prueba superada! te sobrepusiste a todo el sufrimiento y mal rato.
    aprender de los errores...
    vamos por mas!!!

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  2. Muy buen reporte Max, lo importante de los errores es que son la mejor forma de aprender!! ya que son enseñanzas que uno nunca olvidará. Saludos

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